De tu ventana a la mía

Hay historias de amor que son como amapolas, rojas, frágiles, casi viento
y aun así, se agarran a la garganta.


De tu Ventana a la mía es el primer largo de la zaragozana Paula Ortiz. En esta cinta, la directora, como las actrices, vienen a entregarnos su corazón, con toda la belleza que alberga. Es una historia de mujeres, tejida por mujeres. Un collage de vidas que se entrecruzan para ofrecernos un universal femenino, atmósferas labradas a base de texturas, colores, sonidos... que se encuentran en tiempos y espacios distintos pero que confluyen en un eterno: la historia de la mujer, ayer, hoy y quién sabe si mañana.

De tu ventana a la mía se construye a partir de tres relatos, tres mujeres que viven en distintas épocas y espacios pero que comparten miedos, luchas, deseos, amores...

Violeta, encarnada en una ideal Leticia Dolera, es la Primavera, la de 1923. Todavía es una adolescente, una crisálida protegida por el líquido amniótico que le ofrece el hogar familiar, a punto de alzar el vuelo o incluso de volver a convertirse en larva ante la falta de piedad que es el despertar a la madured. Violeta, suave y delicada, conoce un amor efímero que marca su conciencia a fuego y que conformará ya para siempre su lugar en este mundo. La estética de este personaje y de su entorno es realmente delicada, preciosista, cuidada tan al detalle que su belleza llega a lastimar. Leticia está inolvidable:










Su estética es puramente romántica, en el sentido más evocador de la palabra. Cual Ofelia, del griego "he ofelía" (el socorro, la ayuda), Violeta, arranca las flores que irremediablemente, como la belleza, marchitarán, y utiliza el agua como cura y refugio de su dolor: O tal vez como segundo flujo original que le lleve al renacer.


Y no entraré por ahora a abordar los personajes interpretados por Maribel Verdú y Luisa Gabasa. Poco a poco.
 
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